«Pan, educación, libertad» de Petros Márkaris
Día 1 de enero de 2014: Grecia está en bancarrota y regresa al
dracma. También en España vuelven las pesetas. Por esas fechas, Jaritos y su
familia empiezan a apretarse el cinturón: no van a ingresarle la nómina durante
tres meses. La paralización económica y el empobrecimiento del país traen
consigo un aumento de la solidaridad hacia los desfavorecidos, pero también,
peligrosamente, de los movimientos neonazis. Así las cosas, aparece asesinado
un rico contratista de obras. Es un hombre ya maduro que había participado en
los “Hechos de la Politécnica”, en 1973, cuando los estudiantes se rebelaron
contra la dictadura de los Coroneles. Junto al cadáver, un teléfono móvil emite
el lema que los estudiantes voceaban: «Pan, educación, libertad».
¿Ha regresado el país a aquellos negros tiempos? ¿Siguen siendo
válidas las consignas y reivindicaciones de aquellos antiguos estudiantes? ¿O
algo más se esconde detrás de ese asesinato? La aparición de un segundo cadáver
quizá ayude a Jaritos y a su diezmado grupo de agentes de policía.
Datos técnicos
Editorial: Maxi-Tusquets (2014)
Nº de páginas: 256
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
ISBN: 978-8483839263
Precio: 8,50€ / 6,64€
Sobre el autor: Petros Márkaris
Impresiones
Es nochevieja del año 2013. En casa del comisario Kostas Jaritos
están celebrando en familia la llegada del nuevo año, sabiendo que el país se
ha declarado en quiebra y vuelve al dracma, al igual que España e Italia, que
también vuelven a sus respectivas monedas de antes del euro. Incluso el
gobierno ha decretado que los funcionarios no cobrarán la nómina en tres meses,
así que tienen que apretarse el cinturón. Así están las cosas que ven por
televisión que en la plaza Sintagma de Atenas están echando papelitos al aire
que representan dracmas, así que se animan todos, cogen el coche y van a verlo.
Así están las cosas, que las manifestaciones se suceden, un día
tras otro. El descontento general se vuelve contra las políticas de austeridad
impuestas por la troika europea. Y toda la policía debe movilizarse para
contener los manifestantes.
Mientras una manifestación de jóvenes grita consignas en contra del euro, por otra calle se ve acercarse otra manifestación de ancianos gritando consignas en favor del euro y en contra de la vuelta al dracma. La policía ya se teme lo peor y decide separar a las dos manifestaciones. Esta vez por suerte la policía no ha tenido que repartir palos y los manifestantes recogen sus cosas y se van a casa.
Mientras una manifestación de jóvenes grita consignas en contra del euro, por otra calle se ve acercarse otra manifestación de ancianos gritando consignas en favor del euro y en contra de la vuelta al dracma. La policía ya se teme lo peor y decide separar a las dos manifestaciones. Esta vez por suerte la policía no ha tenido que repartir palos y los manifestantes recogen sus cosas y se van a casa.
A la hora de cenar, Katerina, la hija de Kostas y abogada de
profesión, le informa a su padre que han detenido a un joven de nombre Kiriakos
Demertzis acusado de tráfico de drogas y sorprendido in fraganti. Kiriakos es
el hijo de un rico contratista de obras, por lo que Katerina no acaba de
entender cómo el hijo de un contratista de obras debe recurrir a este sistema
de ganar dinero rápido, aunque extremadamente peligroso. Y es que, según se va
desvelando, Kiriakos forma parte de un grupo que ayuda a personas que han caído
en la miseria más absoluta y les ofrecen un lugar para dormir, comida y clases
para que, en un futuro, puedan conseguir algún empleo.
Kiriakos, mientras está detenido en comisaría, recibe la visita de
su padre, Yerasinos, acompañado de un abogado criminalista, y quiere que, si no
lo acepta en exclusiva, al menos acepte que colabore con Katerina. El hijo
rechaza sin titubeos, pues confía única y exclusivamente en Katerina.
Con estas, Kiriakos le pide al comisario que llame a un tal Pavlos
para que se haga una idea de por qué necesita el dinero de la droga. Y acaba
resultando que es para mantener un hotel abandonado donde se refugian
indigentes que lo han perdido todo. Allí, al menos, comen una vez al día y
tienen donde lavarse y dormir.
Cuando están visitando el hotel, a Kostas le informan de comisaría
por el móvil que han recibido una extraña llamada con voz distorsionada que
decía que Yerasinos Demertzis les estaba esperando en el Centro Olímpico de
Faliro. A partir de ahí, se encienden todas las alarmas, porque, efectivamente,
ha sido asesinado. Cuando están investigando en el lugar del crimen, de repente
suena un móvil del interior del abrigo de Demertzis y se oye una voz que
exclama “Aquí la Politécnica. Os habla la emisora de los estudiantes libres en
lucha, de los griegos libres en lucha. Pan, educación, libertad. No tenemos
pan”. Y, como ya es de suponer, se quedan todos agarrotados.
Gracias a novelas como esta, como otras del mismo autor, descubres
los estragos que está causando la recesión económica sobre la población griega.
Me ha emocionado comprobar cómo Kiriakos, ya en prisión preventiva, se pone a
dar clases de graduado escolar a los presos que quieran recibirlas.
Reseñado
por Artur Undebarrena Canal
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