Nueva York, 1936. La pequeña casa de comidas El Capitán arranca su andadura en la calle Catorce, uno de los enclaves de la colonia española que por entonces reside en la ciudad. La muerte accidental de su dueño, el tarambana Emilio Arenas, obliga a sus indomables hijas veinteañeras a tomar las riendas del negocio mientras en los tribunales se resuelve el cobro de una prometedora indemnización. Abatidas y acosadas por la urgente necesidad de sobrevivir, las temperamentales Victoria, Mona y Luz Arenas se abrirán paso entre rascacielos, compatriotas, adversidades y amores, decididas a convertir un sueño en realidad.
Con una lectura tan ágil y envolvente como conmovedora, Las hijas del Capitán despliega la historia de tres jóvenes españolas que se vieron obligadas a cruzar un océano, se asentaron en una urbe deslumbrante y lucharon con arrojo para encontrar su camino. Un tributo a las mujeres que resisten cuando los vientos soplan en contra y un homenaje a todos aquellos valientes que vivieron ―y viven― la aventura, a menudo épica y casi siempre incierta, de la emigración.
Datos
técnicos
Editorial:
Planeta (2019)
Nº de
páginas: 624
Formato:
Tapa blanda / Versión Kindle
ISBN:
978-8408213642
Precio:
12,30 € / 7,12 €
Sobre la
autora: María Dueñas
Impresiones
Por fin saqué tiempo para lanzar mi zarpa sobre esta novela sobre la que he recibido comentarios de índole heterogénea. Es norma de la casa leer sin condicionantes y eso es lo que he hecho, a pesar de dejar claro desde el principio que la sombra de Tiempo entre costuras es demasiado extensa. Es por ello que María Dueñas debe enfrentarse en cada trabajo a un muro alto al que es muy difícil escalar. Si Las Hijas del Capitán hubiese sido su debut en la novela, otro gallo cantaría, y la razón no es otra que la de que se trata de una buena novela que no alcanza los sentimientos del lector como lo hace Sira Quiroga y las circunstancias que la rodean.
Es esta
la historia de una familia que emigra a la Nueva York a principios del siglo XX
con el objetivo de reunirse con el padre, un emigrante que recaló al otro lado
del océano para hacer fortuna. Pero la suerte a veces es esquiva y los
acontecimientos ayudan a poner obstáculos en el camino de estas mujeres, pobres
y solas, en el seno de la colonia española que se había instalado en la urbe
configurando lo que ha venido posteriormente a llamarse gueto.
Las tres
hijas de Remedios, una mujer sin fuerza y sin el coraje suficiente para
cohesionar a su familia naufragada, serán las verdaderas protagonistas de una
historia de supervivencia y superación que despierta las simpatías del lector
pero que se hace larga y plana en algunos momentos. Es, por tanto, su ritmo
irregular, pero no exento de virtudes como creo que son la inclusión como
personaje secundario del Conde de Covadonga, uno de los borbones más
desconocidos de historia reciente de esta familia, o los aderezos que Dueñas
crea en torno a los amoríos de Victoria, Mona y Luz, tan parecidas y
diferentes, aunque unidas por lazos de sangre y el fin de salir adelante del mejor
modo que saben: trabajando y haciendo que su personalidad aflore. Claro está
que no será fácil conseguir realizar el tan citado sueño americano
cuando en el camino se interponen personajes mafiosos y repugnantes que no
dudan en poner en marcha sucias argucias para beneficiarse de todo aquello
conseguido con afán y sacrificio por terceras personas.
Uno de
los méritos de Las Hijas del Capitán es haber sido capaz de
transportarnos a la colonia española en Nueva York, con una aceptable
descripción de los establecimientos más notables allí existentes y a la vida
cotidiana allí desarrollada, remembranzas que permiten comprender cómo era la
vida en aquellas latitudes y en aquel momento tan delicado como es la antesala
de la Guerra Civil Española, un hecho histórico que truncó las aspiraciones de
volver a la patria de muchos patriotas que siempre añoraron acabar sus días en
la tierra que les vio nacer.
Un poco
de sangre nunca viene mal. Y un poco de desesperanza. Creo que es importante la
aportación que Luciano Barona y su hijo Chano aportan a esta historia de época
redactada con gusto y sapiencia buscando ese hueco en el corazón que nos vemos
obligados a conceder.
Rumba,
cante y guitarra serán la banda sonora de esta película gráfica que podría
recalar en la pequeña o gran pantalla sin dificultades, y de este modo la
editorial Planeta seguiría cosechando triunfos como acostumbra a hacer.
Acabada
la reseña complaciente, me veo en la obligación de reconocer que me han faltado
un par de eslabones de la cadena que me ate para siempre a la trama planteada,
circunstancia que me impide afirmar que haya sido este uno de los mejores
libros leídos últimamente. Menos mal que es una opinión personal e
intransferible ¿no?
En
cualquier caso, ahí quedan 620 páginas de lectura que permitirán vivir durante
unos días vidas ajenas y esa sí que es una aventura que no debemos dejar
escapar.
Francisco Javier Torres Gómez
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