«Donde el perdón no llega» de Ángel Vela
¿Qué tienen en común un violento exconvicto que
sobrevive en Jalisco haciendo lo único que se le da bien y una viuda que vio
asesinar a sus hermanas y que lucha a diario por alimentar y proteger a sus
hijas en un entorno tan hostil y cargado de peligros que llegar vivo al final
del día se podría considerar un triunfo?
¿Y estos con un joven neuropsiquiatra que abandona
una carrera meteórica en los Estados Unidos para regentar el ala de psiquiatría
de un modesto hospital de Morelos?
¿Qué historia se esconde detrás del alebrije que el
joven lleva a todas partes?
¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar una madre
por proteger a sus hijas o vengarlas?
Una novela oscura y malsana en la que no todo es lo
que parece. Una espiral de sufrimiento que consumirá hasta destruir a cuantos
caigan en ella. Personajes esclavos de sus instintos, de sus pasiones y miedos,
o incluso de su pasado o su futuro.
Drogas, mucho alcohol, machetes y pistolas, venenos,
brutales asesinatos, vejaciones y suicidios. Tortura física y psicológica,
sangre y vómitos. Trastornos mentales y horribles pesadillas, lágrimas y la más
terrible de las herencias. Traumas imposibles de encajar, locura y fuego.
Datos técnicos
Editorial:
Cazador de Ratas (2018)
Nº de
páginas: 371
Formato:
Tapa blanda
ISBN: 978-8417646028
Precio:
17,10 €
Sobre el autor: Ángel Vela
Impresiones
Hace
tiempo que me dijeron que no hay libros de uno u otro tipo sino libros buenos y
malos, y si se es capaz de encuadrar en cada grupo los distintos volúmenes que
van llegando a nuestras manos, estaremos ascendiendo en la escala crítica de la
lectura. Ahora soy yo el que utilizo expresiones parecidas cuando me dirijo a
lectores que me piden consejo, como si de un gurú de la literatura se tratase
(nada más lejos de la realidad). Es verdad que hacer la reseña de los libros
que más se venden resulta, por lo general, más aburrido y monótono que
descubrir esos otros títulos que, a falta de un aparato comercial potente que
los empuje, terminan escondidos en el anonimato. Mi cruzada es hacerlos
visibles, sin rechazar con ello las rutas de la seda que
discurren paralelas, en la superficie. Es por ello que en mi peculiar búsqueda
del arca perdida me encuentro con tesoros de distinta índole. Unos lo son por
su contenido y otros por su forma, sin desterrar, por supuesto, a los que
cumplen ambos preceptos, no excluyentes. Así es como llegué a conocer esta
joyita de Ángel Vela, su primera novela, más propia de un escritor
experimentado que de un principiante. Resulta que el autor se declara friki
redomado y eso, creo, ayuda en el desempeño de sus funciones.
Donde
el perdón no llega es una novela de venganza, pero no una al
uso, no. Es original hasta el punto de que no se necesitan más que un par de
personajes, un argumento sólido, mucha imaginación y un alebrije.
Jajajaja.
Un alebrije es una pieza de artesanía mejicana, generalmente basada en los
requiebros del cartón para dar vida a una imagen o figura de vivos y
alegres colores que es utilizada muchas veces como tótem al que agarrarse en
los buenos o malos momentos. Ángel es maestro en temas mejicanos y elige los
modismos utilizados en este país y palabras del caliche, jerga empleada por
sectores marginales de la sociedad mejicana como medio de expresión de su
historia, original y fresca, fantásticamente expresada en un idioma culto a
pesar de los citados modismos, de los que podemos aprender.
Se
trata de una novela en la que la violencia se encuentra presente en todo
momento, y es necesaria para mantener la tensión narrativa, que termina por
obligar al lector a seguir atento a los acontecimientos y con ello a devorar
las 361 páginas que abrazan al final un glosario de términos bastante curioso y
útil.
Ángel
Vela es un pendejo de gran calado que ha conseguido que su editorial saque al
mercado dos ediciones del presente título, una en el 2018 y otra en 2019.
La
editorial a la que nos referimos es Cazador de Ratas la cual,
todo hay que decirlo, hace un buen trabajo y crea un producto apetecible en
forma y contenido. La portada de Juan Alberto Hernández contribuye al éxito,
que aún debería ser mayor. Estoy seguro que sería un libro aún más vendido de
encontrarse en los escaparates de nuestras librerías. Al menos, en el sur,
estas no colaboran mucho a que los autores locales sean más conocidos, y es una
pena, porque existe mucho esfuerzo y, lo que es más importante, mucho talento,
que debería ponerse en valor.
Como
curiosidad quisiera destacar el papel que tienen las arañas en esta peculiar
novela. Ello me trae a la memoria la araña que encargó el rey Pedro I, el cruel
o el justiciero, según se mire, para que custodiara sus tesoros escondidos en
el castillo de Almodóvar del Río, provincia de Córdoba. En Donde el perdón no
llega, estas arañas terminan convirtiéndose en un delirio, un delirio muy real.
Junto con el alebrije son indiscutibles protagonistas en una obra que ya en la
presentación se tilda de Robert Rodríguez Style; y no puedo estar más de
acuerdo. Sin duda, me la imagino en la gran pantalla: mucha sangre y golpes con
temas musicales cuya selección podría ser encargada al mismísimo Tarantino.
Me
quedo con ganas de leer más de Ángel Vela, quien sé de buena tinta que está
cocinando otra historia con su sello. Y, hablando de sellos, me quedo con las
mismas ganas de hacerme con algún que otro título de Cazadores de ratas pues ya
he investigado y poseen un catálogo interesante.
El
talento existe. Solo hay que ponerlo en valor. Me da tremendo coraje leer
títulos mediocres que se han convertido en “superventas” mientras que compruebo
como dos ediciones son insuficientes para que un libro “andaluz” traspase
Despeñaperros. Y me rebelo. El derecho al pataleo es gratuito.
Estimados
lectores, hagan como yo y busquen, comparen y si encuentran algo mejor… pues
mejor para ustedes. En la búsqueda está la gracia de esto que se denomina
lectura y en la lectura está a su vez la gracia de esto que consiste en
disfrutar con un buen libro.
He
dicho.
Reseñado
por Francisco Javier Torres Gómez
Puedes hacerte con un ejemplar aquí: Donde el perdón no llega