«La Bestia» de Carmen Mola

Corre el año 1834 y Madrid, una pequeña ciudad que trata de abrirse paso más allá de las murallas que la rodean, sufre una terrible epidemia de cólera. Pero la peste no es lo único que aterroriza a sus habitantes: en los arrabales aparecen cadáveres desmembrados de niñas que nadie reclama. Todos los rumores apuntan a la Bestia, un ser a quien nadie ha visto pero al que todos temen.

Cuando la pequeña Clara desaparece, su hermana Lucía, junto con Donoso, un policía tuerto, y Diego, un periodista buscavidas, inician una frenética cuenta atrás para encontrar a la niña con vida. En su camino tropiezan con fray Braulio, un monje guerrillero, y con un misterioso anillo de oro con dos mazas cruzadas que todo el mundo codicia y por el que algunos están dispuestos a matar.

De manera magistral, Carmen Mola teje, con los hilos del mejor thriller, esta novela impactante, frenética e implacable, de infierno y oscuridad.


Datos Técnicos

Editorial: Planeta (2021)

Nº de páginas: 544

Formato: Tapa dura / Versión Kindle

ISBN: 978-8408249849

Precio: 21,75 € / 10,44 €


Impresiones

No es de extrañar que seamos varios los que hemos coincidido en elegir este título para reseñarlo. Desvelar la identidad de Carmen Mola ha sido uno de los grandes acontecimientos literarios de los últimos tiempos y las reacciones han sido tan variopintas que… No había más opción que ponerse a trabajar sobre el texto y sacar conclusiones propias.

Hay librerías especialidades en temática feminista e incluso algunas que solo venden títulos cuya autoría recae sobre una mujer, que han retirado La Bestia de sus estantes. Para gustos, colores. La polémica es el mejor argumento publicitario conocido. Desde luego, los retractores, han hecho una gran labor de difusión. Veremos a ver cuál es la repercusión en ventas.

Uno, que ha reseñado en este blog el resto de los títulos de Carmen Mola, e incluso se ha atrevido a recomendar su lectura, vuelve por el mismo camino para afianzar sus convicciones. Creo que es una buena novela que, sin apartarse de la esencia de su autoría, innova en cuanto se adentra en los perímetros de la novela histórica para ambientar un hilo narrativo interesante en la España —Madrid— de 1834, la de la epidemia de cólera, la de las división política entre Cristinos, Isabelinos y Carlistas, en la que una cerca limitaba el Madrid castizo de sus arrabales, la opulencia de la pobreza.

Una bestia, dos bestias, muchas bestias. Mientras el ser humano exista, serán muchas las bestias que nos acechen. Y deberemos aprender a defendernos de todas ellas. Lo curioso es que la Política siempre se asocia a ellas. Habría que discutir si también lo hace la muerte. En la novela, la muerte, la enfermedad, hacen que la atención de la sociedad se desvía del foco en el que aquellos que ostentan el poder actúan. Creo que las analogías no necesitan explicación.

Lucía, la pelirroja, la pobre, la prostituta, será la heroína y deberá vencer numerosos obstáculos para terminar desentrañando, o no, una trama demasiado compleja para su comprensión. Sociedades secretas, intereses encontrados, horrendos crímenes, una epidemia y el mal, siempre el mismísimo e ilustre mal.

Como me dijeron en una ocasión a raíz de hechizarme con la saga Juego de Tronos, les aconsejo que no se encariñen demasiado con los personajes. Ahí lo dejo. Es momento de conocer un Madrid poco conocido, en mi opinión muy bien descrito, ejercicio arduo de ambientación que consigue sus frutos para deleite de los amantes del género.

Conozco a potenciales lectores que dejaron inmediatamente de leer tras varias páginas, las primeras, en que se describe una escena… macabra. Creo, sinceramente, que se trata de un error. Con ello no pretendo disuadir a quienes con esta recomendación crean que en adelante se toparán con una novela rosa, no, de ninguna manera. Lo que les aseguro es que conseguirán meterse en una trama adictiva que merece ser premiada —no necesariamente con el codiciado y jugoso Premio Planeta—, una historia fácilmente creíble, en la que podremos intentar qué es realidad y qué es ficción para finalmente sacar en conclusión que la realidad puede dar mucho más miedo.

Carmen Mola se sometida a la comparación con últimos Días en Berlín, otra gran obra a mi entender y serán los gustos particulares los que deban desequilibrar la balanza imaginaria que muchos plantean. Sinceramente, creo que son dos productos diferentes, destinados a un público divergente y en la que se asegura un revolcón a los sentimientos. Con ello, las letras alcanzan el objetivo de penetrar al lector, traspasar la página o la pantalla para vivir fuera de ellas.

Los carbonarios. Seguro que existen ganas de buscar información sobre ellos y comprobar si de verdad existieron. Los buenos y los malos se relacionan en las distancias cortas, héroes y villanos encubiertos por la pátina de la necesidad, de poder, de subsistencia, y siempre hay una taberna en la que ahogar el dolor en el eficaz antídoto de para todos los males que es el alcohol. Gacetilleros pobretones, berlinas atravesando las calles con el brío de una aristocracia a punto de sufrir reveses y una atapa convulsa de nuestra historia que se presta al crimen y al dolor.

¡La Bestia!, ¡La Bestia!, ¡La Bestia!, gritan todos al ver el resultado de sus acciones.

Ante los crímenes, un periodista con espíritu aventurero, un policía tuerto y cobarde y unas prostitutas que se convierten en señoras a tenor de sus acciones. A nadie le importa la muerte de quienes subsisten míseramente con el único fin de consumir y consumar una vida lo más digna posible. Conflicto de valores, de recursos, de ideologías y de formas de afrontar la realidad, un presente en el que una Inquisición suprimida bajo el mandato de un rey felón parece no querer borrarse de su propia Historia y se aferra a los estertores, a los rescoldos de su propia existencia.

¡La Bestia!, ¡La Bestia!, ¡La Bestia!

Dios nos libre de tener que afrontar bestias…


Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez

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2 Comentarios

  1. Lo lei hace algunas semanas ya y todavia tengo el runrun de la historia rondandome la cabeza. A mi el descubrimiento de quien es Carmen Mola no me ha supuesto ningun trauma, ni me ha molestado. Como dices, para gustos colores.

    Saludos

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  2. "La Bestia" muestra una de sus mayores virtudes, en mi opinión, en ser un thriller histórico que se lee con facilidad, al punto de que, pese a sus voluminosas 541 páginas, pude concluirlo en pocos días. La capacidad de enganche que posee se debe, entre otras razones, al hábil empleo del "cliffhanger" dentro de su estructura. La técnica del cliffhanger, o sea de un final de episodio que queda "colgado de un precipicio", implica un suspenso obtenido gracias a una frase o situación que deja al espectador ansioso por saber qué ocurrirá después. En esta obra, los tres autores que se sirven del seudónimo "Carmen Mola" utilizan, sin excederse, ese potente recurso narrativo. Tal vez el paradigma de final de episodio donde se advierte ese recurso se encuentre en el capítulo 22. Allí veremos cuando la adolescente Lucía descubre, con horror, que el cliente que se filtró de improviso en su burdel es el brutal asesino conocido como "La Bestia" ("...En la habitación está el gigante de la piel quemada. --¡Qué creías, que no te iba a encontrar?...").
    A su vez, la técnica de las "vueltas de tuerca" es moneda corriente en la trama. Este otro recurso ayuda a que el capturado lector siga con deleite esa cabalgata alocada que los escritores imprimen al relato. Morirán personajes con los que el lector se había encariñado (el golfillo Eloy y el periodista Diego Ruiz entre otros). Morirá incluso bastante pronto el asesino que inspira el título del libro. Personajes que parecían nobles como Ana Castelar se descubrirá que pertenencen a la orden malévola de "Los carbonarios". Tras la investigación se sabrá que estos sediciosos son los verdaderos culpables de secuestrar a niñas púberes para sacrificarlas cuando alcanzan su primera mentruación. El argumento parece perder su credibilidad al paso de las páginas. Sin embargo, y he aquí la virtud esencial de la novela, los autores saben mantener con maestría el ritmo y la intriga.

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