La vida continúa para el ingeniero narrador después de las
peripecias vividas en sus primeros años de actividad profesional. Su dedicación
al mundo del metal toca a su fin tras un intenso periodo plagado de todo tipo
de retos y adversidades, pero también de logros y satisfacciones. Obligado a
abandonar la actividad industrial productiva, cae entre las turbulencias de una
empresa de ingeniería en pleno proceso de expansión y de acceso a un nuevo
producto. Lo peculiar de este insólito entorno dificultará extraordinariamente
su adaptación y provocará un importante contratiempo que cambiará para siempre
su perspectiva vital. Fin de Trayecto es la continuación de la anterior novela
de este autor, Cuarenta estaciones. Ambas pueden ser leídas también en orden
inverso.
Datos técnicos
Editorial: Grupo Editorial Círculo Rojo (2021)
Nº de páginas: 262
Formato: Tapa blanda
ISBN: 978-8411113441
Precio: 16,50 €
¿Quién
me iba a decir que a estas alturas me fuera a enamorar de un ingeniero? Pues
los hechos son los que son, y punto. Con la lectura de Cuatro estaciones
empaticé con el autor a pesar de utilizar en su novela un lenguaje demasiado…
técnico. Pero estando tan bien escrita, llegué a sentir verdadera curiosidad
por un mundo que me era ajeno. Incluso llegué a consultar distintos libros para
comprender lo que se me presentaban como actos rutinarios en el entorno
industrial. Ello llevó a que realizara una reseña en la que advertía al lector
de que se trataba de un buen trabajo, pero más propio de mentes cultivadas en
los entresijos de la industria.
Fin de trayecto
no es una excepción, no es una desviación del camino trazado, no. Se trata de
la culminación de una interesante bilogía en la que se repiten guion y formas.
Pero ya no me cogen desprevenido las peripecias de este ingeniero sobre el que
recae la responsabilidad de entregar una serie de pedidos de gran envergadura
que pueden definir el devenir de la empresa para la que trabaja.
El fin de este trayecto tiene también un
comienzo, y este se encuentra en Gijón. A pesar de que existe una declaración
inicial de intenciones: «La historia que se narra en esta novela está basada en
hechos reales. No obstante, las situaciones y personajes han sido adaptados,
modificados o creados conforme a criterios narrativos del autor», el amigo
Pastrana es un “pillín” y no me cabe duda de que es él el que ha protagonizado
las hilarantes, estresantes y kafkianas situaciones que utiliza para ambientar
su relato. Desde luego, se trata del paraíso literario para un ingeniero. Para
los que no lo somos, se trata de un interesante ejemplo de cómo se puede
escribir de una disciplina que dominamos sin caer en el pecado de la repetición
y la desidia.
Pues resulta que ahora me gustaría ser uno
de los personajes, aunque me conformaría con ser secundario y lanzarle a la
cara algunas frescas a esos individuos del astillero que… Bueno, saquen sus
propias conclusiones.
Las empresas se organizan de un modo
jerárquico. Pastrana es exhaustivo al definir y nombrar cada puesto de trabajo,
único inconveniente a la hora de poner en firme el argumento. Todo, o casi
todo, es verdad, porque la realidad es compleja, pero hay lectores a los que le
dan miedo las descripciones.
La novela ha sido autopublicada bajo el
sello editorial Círculo Rojo, aunque podría servir como libro de lectura
obligatoria en ciertos ambientes académicos y laborales y por ello lanzo una
llamada a estas instituciones, por si a alguna se le apetece innovar en sus
cerrados planes educativos. José Luis entiende de aquello de lo que habla, y
además es buen profesor, porque enseña utilizando, cuando hace falta, un
elemento primordial como es el humor. No, no se vayan a hacer la idea de un
libro aburrido, pues las situaciones que se presentan tienen de cómico lo mismo
que la vida real. Me encantaría saber cuándo de real y de ficticio posee la
novela (buena pregunta).
Supongo y espero que el autor esté
sonriendo tras la lectura de esta peculiar reseña en la que creo que se ha
desnudado y desquitado a un tiempo, aunque él no lo vaya a reconocer.
Proyectos, encargos, reuniones y países
implicados en que las entregas se realicen a tiempo con el grado de perfección
que se supone y que se incluye en las especificaciones, por si acaso. Contratos
que hay que leer al pie de la letra para que las relaciones no de deterioren,
un consentimiento informado en toda regla, esta vez en el ámbito empresarial e
industrial. Y unos japoneses que protagonizan una escena muy divertida en un
“meódromo”.
Evaristo y Gregorio bien valen una
lectura. No se pierdan la salida del aparcamiento del aeropuerto y lo que
sucedería después. También está resuelta la escena hospitalaria por exceso de
estrés —que me ha recordado que mi ritmo de trabajo y creación no es nada
recomendable— y que espero que se trate de la parte ficticia de la historia.
Mientras, el petrolero Prestige sufre un percance frente a la cota gallega…
En fin. A leer se ha dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recuerda visitar nuestra política de privacidad. Esperamos tus comentarios