En Cuelgamuros, el autor estimula la creatividad del
lector a través de un realismo que nos lleva a la vez, en una simbiosis poco
común, desde ese contacto real y directo, a un lugar de misterios, mágico y
esotérico, por lo que subyace en él de espiritual e incierto. Quiere invitarnos
a conocer y descubrir la historia, conocida o imaginada, a través de relevantes
personajes y su común fascinación por ese lugar y su entorno. Siempre con El
Valle como centro, sus protagonistas -Miguel y sus amigos, en estos días, y
Napoleóno Felipe II en otra época, por ejemplo- viajarán por el tiempo y el
espacio, llevándonos de sorpresa en sorpresa, justificando así en parte la
fascinación y el misterio, hasta la zona que ocupa hoy el monumento más
polémico de España, describiéndose a medida que avanza la novela la política y
su influencia en la sociedad.
Datos técnicos
Editorial: Caligrama (2021)
Nº de páginas: 316
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
ISBN: 978-8418548963
Precio: 17,05 € / 5,69 €
Impresiones
Bajo el sello de la editorial Caligrama, ha llegado a
mis manos un libro un tanto peculiar, Cuelgamuros, término que hace referencia
a “Cuelgamoros”, en los linderos de San Lorenzo del Escorial, un lugar que,
desde tiempos remotos, ha sido considerado centro de energía y poder. Su
catalogación como tal ha impelido a ilustres personajes y a auténticos
desconocidos a penetrar en el secreto allí cobijado. Para qué queremos más.
Amador García Carrasco, autor al que no tengo el gusto
de conocer, hace un loable ejercicio de creación literaria que se sale de los
cauces comunes. Es cierto que desde el principio tuve dudas de hacía dónde se
dirigía el camino que comenzaba con las primeras palabras, pero es que el final
seguí igual de sorprendido.
Una reseña literaria no es más que eso, una reseña,
más o menos objetiva. Reconozco desde la objetividad un gran trabajo literario
y desde la subjetividad un a desconcertante sensación a la hora de finalizar
una obra que me ha resultado delirante, no apta para el vulgar entretenimiento
y sí muy propicia para despertar mentes dormidas, cualificadas. Se
trata de un libro culto y ya veremos con los años si “de culto” pero la
paranoia puede atisbarse si la buscamos.
La protagonista es la Cruz del Valle de los Caídos y
la propia trama o versión que se desarrolla desde la premisa que el lugar
en el que asienta es… peculiar.
El lector asistirá a la exposición de teorías
“conspiranoicas”, a datos históricos poco ventilados, a las relaciones de los
protagonistas políticos del momento con la propia exhumación de los restos de
Francisco Franco y hasta la relación que la pandemia tiene con tales hechos. De
repente, nos trasladaremos a un futuro que nos parecerá ficticio, demasiado y
entonces el autor se despachará a gusto.
Realismo. Eso se afirma en la sinopsis. Bueno…Me quedo
mejor con los térmicos “mágico” y “esotérico”, también incluidos en la misma.
¿Espiritual e incierto? Es que, a la hora de elaborar sinopsis, los que nos
dedicamos a la escritura somos malvados, repipis y muy, muy enrevesados.
Hay que tomar Cuelgamuros como lo que
es, como lo que pretende ser, como lo que ha sido y, sobre todo, leerlo con
cautela para no perder el hilo. Son muy buenas las relaciones y comparaciones
incluidas con destreza, pero también los juegos de palabras, que pueden pasar
desapercibidos.
Si van al Escorial, lean este libro y saquen sus
propias conclusiones, acudan a la silla del rey y contemplen el paisaje o
visiten la basílica antes de entrar en una de las ventas en las que degustar
una buena carne a la brasa. En cuanto a carne, puede que, entre la ahumada, la
inhumada y la exhumada nos quedemos con la copla de que solo una figura de cera
fue conducida al Pardo, de ida, o de vuelta, según se mire.
Allí donde las fuerzas telúricas hacen su agosto,
tengan cuidado con los dispositivos electrónicos. Ese problema no lo tuvieron
los hombres de la prehistoria, cazadores y cazados cuando campaban a sus anchas
por las inmediaciones de Guadarrama y Gredos. Tampoco resultó indiferente el
paseo a Felipe II, entusiasta devoto de la obra de El Bosco, ni tampoco de
Miguel, uno de aquellos que a partir de 1940 picó piedra para erigir uno de los
monumentos más majestuosos y a la vez polémicos de nuestra geografía.
A mí me gusta observar la obra de Avalos previamente a
dirigirme a comer cochinillo, e incluso me considero devoto de la obra de Luisa
Roldán en el Monasterio de San Lorenzo (cochinillo también incluido, faltaría
más). Pero tras leer Cuelgamuros creo que me lo voy a tomar
con más calma recordando los requiebros de este peculiar libro, uno de tantos,
pues Amador es hombre polifacético y prolífico, que no son términos
incompatibles. Recomiendo estudiar su biografía o visitar su canal de YouTube,
Desde mi rincón, dos ejercicios interesantes y que añadirán un poco de cultura
a esas neuronas desentrenadas o saturadas (de todo hay en la viña del lector).
En fin, una reseña caótica, desconcertante y con la
que no ganaré ningún premio literario, pero con la que espero haber despertado
el interés de los lectores más atrevidos.
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez
Si quieres hacerte con un ejemplar lo puedes hacer desde el siguiente enlace: Cuelgamuros
Sé de alguien a quien encantará este libro. Será un buen regalo
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