Entrevista a Nativel Preciado


En fechas cercanas, hemos reseñado un libro que ha sido muy bien recibido por los lectores. Se trata de El Nobel y la corista, de la periodista y prolífica escritora Nativel Preciado. Se antoja necesario profundizar en la vida y obra de esta autora, reto difícil si no queremos caer en el error de repetirnos. Me explico. Nativel Preciado es una autora conocida, con una trayectoria larga colmada de entrevistas. Basta con buscar su nombre en redes para darnos cuenta de que se le han hecho todo tipo de preguntas a las que ella ha respondido de distinto modo. ¿Cómo podemos ser originales? Desde luego no nos vamos a rendir fácilmente y, a propósito de su última novela, la que nos gustó, la de 2019, invitaremos a esta adorable madrileña a un café virtual con el fin de acercarnos aún más si podemos a sus secretos y misterios (queda muy bien esta fórmula) (risas).

Bienvenida, Nativel, ponte cómoda (en tu propia casa no te costará hacerlo) y disculpa nuestro atrevimiento. Allá vamos.

Para empezar, queremos remontarnos en el tiempo, a aquellos años en que esa niña inquieta tomaba lápiz y papel y hacía sus primeros pinitos. Cuéntanos…


¿Quién descubrió a esa escritora que hay dentro de ti?

Fui a un colegio excepcional para aquellos tiempos, con unos profesores admirables ( y no creas que exagero un ápice) He escrito mucho sobre lo que me enseñaron aquellos maestros, por los que siento una eterna gratitud. Pues bien, ellos me enseñaban a leer a buena literatura, a escribir y a hablar en público. Todo lo que aprendí después se lo debo a mis padres, que me educaron con respeto y libertad, y también a ellos. Sobre aquellos sólidos cimientos he construido todo lo que soy. Gracias a ellos todavía me mantengo en pie y disfruto de cierto equilibrio.


La ópera prima no oficial fue…

Un cuento titulado Sara, con el que gané un premio en la clase de literatura de primaria. A mi hija la llamé Sara, en memoria de mi abuela. Esa historia dio mucho de sí. Al cabo de los cuarenta años escribí una novela, Camino de Hierro, cuyo germen estaba en aquel cuento.  


¿Dónde buscaba inspiración esa joven Nativel Preciado?

De niña, y de adolescente, leía las recomendaciones de mi inolvidable profesor de literatura: que iban desde Homero a Emilio Salgari, Julio Verne, Gustavo Adolfo Becquer, Washington Irving… sin olvidarme de El Capitán Trueno.


Y la vocación de periodista…

Me gustaba escribir, contar historias. En realidad, era grafómana. Llevaba siempre un lápiz y un papel. Lo anotaba todo. En ese maravilloso colegio nos llevaban a visitar museos, obras de teatro, exposiciones de pintura…  Cuando la profesora de Historia del Arte nos llevó al museo de arte Contemporáneo de Cuenca quise conocer a Antonio Saura y a Luis Feito. Y cuando fui a una función de teatro me tocó hacer unas preguntas a Adolfo Marsillach. Creo que ahí está el germen. Escribir, contar lo que pasa y conocer a los personajes que me interesaban.  


El Nobel y la corista es una novela algo picarona. ¿Es la autora picarona también?

Por favor, discúlpame, pero “picarona” es una de las palabras que tengo tachadas en mi diccionario. Así que, ni la novela ni yo somos eso. 


No es la primera vez que abordas la figura de un Borbón…

Creo que es la primera vez que  menciono a Alfonso XIII en una novela. Y es porque la visita de Einstein a España, sucedió, en 1923, cuando él era todavía Rey y España una monarquía. Poco después, dejó de serlo.


Y una corista en los años veinte, desnuda ante las cámaras, pues…

En los locos años veinte, la Belle Epoque, se daban situaciones que después parecían imposibles, pero eran ciertas. Me limité a documentarme sobre el ambiente teatral de la época y sobre las aficiones del Borbón, que se dedicaba a producir ese tipo de películas. No es una novedad. Consultas en Google y aparecen sus aficiones con todo lujo de detalles.  


De repente, Einstein. El suizo, machista, cobra protagonismo en la novela de una mujer en tiempos en los que el feminismo tiene especial protagonismo. Cuéntanos, que nos intriga la iniciativa.

Me fascinaba Einstein. He leído muchas biografías sobre él y alguno de sus libros lo tengo lleno de notas. Pero un día, en el siglo pasado, cayó en mis manos, la biografía de Mileva Maric, su primera esposa y la madre de sus hijos, y me estremecí. El genio seguía siendo un genio absoluto, pero en su vida privada, según sus esposas, sus colegas y muchos de los que le trataron, dejó una rastro de damnificados muy numeroso. Me obsesionó descubrir hasta que punto era cierto y tan obsesionada estaba que decidí escribir una novela. Muchas de mis obsesiones dejan de serlo cuando las escribo.     


Las mujeres del genio no eran guapas precisamente. Solo hay que recurrir a las fotografías de la época. Una Margot bella tenía todas las de ganar ¿o no?

Einstein consideraba bellas a las mujeres que le rodeaban. Está claro que la belleza es un concepto subjetivo. No es inmutable, ni universal, ni racional, ni absoluta… Cambia con el tiempo.  Me imaginé a mi bailarina, Margot Denis, como  una mujer bellísima.


Queremos saber que manías tienes a la hora de ponerte a escribir.

La primera tarea es ordenar todo lo que tengo alrededor, escritorio, silla, papeles, bolígrafos, cuadernos, libros, luz… que termina desordenado cuando acabo de escribir. Al día siguiente, vuelvo a ordenarlo todo y así un día tras otro. No sé por qué. Supongo que tendrá algún sentido, esa manía de deshacer de noche lo que hago durante el día.


¿Alguna anécdota literaria digna de mención?

En una firma de libros se presentó una persona para decirme que él era uno de los personajes que aparecía en mi novela. Se describía a sí mismo con tanto detalle que llegué a creer, por un momento, que el personaje era real. Y no, el mío era una ficción absolita. Lo que demuestra que casi todo ya está inventado.


¿Eres de las que se ha enfrentado alguna vez a la hoja en blanco?

Siempre me enfrento a la hoja en blanco. Lo que más cuesta es escribir el primer párrafo. Dedicó más tiempo a esas primeras líneas que a todas las que le siguen. Creo que es algo muy común en todos los escritores.


Con tu larga trayectoria, es difícil escoger un libro con tu firma como segundo de la serie. Haznos tu peculiar recomendación a quienes deseamos seguir leyéndote.

A todos los tengo un cariño muy especial. Quizá El Egoísta, Camino de hierro, Llegó el tiempo de las cerezas, Canta solo para mí,  El Nobel y la Corista y Hagamos memoria son los que más alegrías me han dado. 


En la cocina, en este momento, en el horno, se cuece…

Una novela que está a punto de salir, pero no diré una palabra hasta que no tenga el primer ejemplar en mi mano.


¿Cuál fue el libro que más te costó sacar adelante?

Del que más versiones y borradores he escrito y para el que más me he documentado es para El Nobel y la Corista.


¿Conoces el final de tus novelas al comenzar a escribirlas?

Siempre termino por cambiar el final que imagino al comenzar una novela.


Algún autor con quien hayas compartido caseta en una Feria del Libro. Alguno que te haya marcado.

Me marcó, más que ninguno, estar en una caseta de la Feria del Libro de El Retiro con Julio Cortázar.


Finalmente, queremos hacer dos travesuras. La primera es proponerte que nos des unos apuntes que nos hayan podido pasar desapercibidos en El Nobel y la corista, y segundo (y solo si te atreves) (risas), esboza en un par de frases una historia cuyos protagonistas sean una manzana y, por ejemplo, una ventana.

Para responder a esta última pregunta tendría que dedicar mucho más tiempo a la entrevista, así que, discúlpame, pero es mejor que terminemos así: Dándote las gracias por tu amabilidad. ¿Te parece bien?


Es hora de dejarte descansar. Ha sido un placer tenerte con nosotros y deseamos de corazón no solo que te conviertas en seguidora del blog, sino que nos avises de tus nuevos trabajos para así poder leerlos y disfrutar con ellos. Un abrazo muy fuerte y toda la suerte del mundo en el camino que te queda por recorrer.


Entrevista realizada  por Francisco Javier Torres Gómez

 

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