Un día tórrido de verano la inspectora Elena Blanco, al frente de la Brigada de Análisis de Casos, irrumpe en la vivienda de una familia de clase media y llega hasta la habitación del hijo adolescente. En la pantalla de su ordenador se confirma lo que temían: el chico está viendo una sesión snuff en directo en la que dos encapuchados torturan a una chica. Impotentes, presencian cómo el sádico espectáculo continúa hasta la muerte de la víctima de la que, de momento, no conocen el nombre. ¿Cuántas antes que ella habrán caído en manos de la Red Púrpura?
La BAC ha estado investigando a esta
siniestra organización desde que salió a relucir en el caso de «la novia
gitana». Durante meses ha recopilado información de este grupo que trafica con
vídeos de violencia extrema en la Deep Web, la cara oculta de la Red. Y a lo
largo de todo este tiempo, Elena Blanco ha mantenido en secreto, incluso para
su compañero el subinspector Zárate, su mayor descubrimiento y temor: que la
desaparición de su hijo Lucas cuando no era más que un niño pueda estar
relacionada con esa trama macabra.
¿Dónde está? ¿Quién es realmente ahora? ¿Y
cuáles son los límites que está dispuesta a transgredir para llegar a la
verdad?
Editorial: Alfaguara (2019)
Nº de páginas: 432
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
ISBN: 978-8420435572
Precio: 18,90 € / 8,54 €
Sobre la autora: Carmen Mola
Impresiones
Detrás de ‘La novia gitana’ tenía que venir ‘La red
púrpura’, segundo volumen de la trilogía de Carmen Mola. Y evidentemente nos
encontramos con un nuevo thriller, más angustioso si cabe que el anterior, y
aún más descarnado y sórdido. Así que mi opinión es que es un libro adictivo
y muy enganchante, pero no es apto para cardíacos y, por supuesto,
es imprescindible haber leído antes ‘La novia gitana’ pues vamos a encontrarnos
a sus mismos personajes y sus historias personales continúan donde quedaron en
el primer libro.
Así que otra vez estamos en la Brigada de Análisis de
Casos, al frente de la cual está la inspectora Elena Blanco, una mujer con un
terrible pasado a su espalda que le obsesiona cada minuto de su vida, y sus
compañeros de equipo: Chesca, Orduño, el forense Buendía, la ‘abuela’ hacker
Mariajo y Angel Zárate.
Precisamente ‘La red púrpura’ va a girar en gran parte
sobre el pasado de la inspectora a la que hacía ocho años una red criminal, que
opera en la Deep Web, secuestró a su hijo Lucas y aún lo tiene
preso, de ahí el empeño de su madre por rescatarlo, al mismo tiempo que lucha
por desarticular la organización más sádica y cruel que podáis imaginar. Esta
es también la razón por la que el resto de integrantes de la Brigada policial
queda un poco más desdibujado pues sobre ella bascula gran parte de la novela.
No me gusta contar en mis reseñas muchos datos de la
trama de los libros y menos cuando se trata de un thriller en el que hay
abundantes giros que consiguen que el lector no se despegue de sus páginas y lo
devore en apenas unos días. Solo os voy a decir que nos encontramos con una
auténtica cacería, incluida una gran finca rural, pero que no son animales
precisamente el objeto de la misma y de las apuestas que se van montando en
torno a ella a través de de la Deep Web. Así que podéis
imaginar que el horror está servido y vais a encontraros con lo peor del ser
humano, pues a veces su crueldad no parece tener límites.
La autora también retrata muy bien los barrios
marginales de Madrid, cargados de los desheredados de la sociedad, los pobres
entre los pobres, y el mundo de la drogadicción y la delincuencia. Y si lo hace
es, porque aunque miremos hacia otro lado, esa realidad existe y nosotros como
sociedad también somos responsables de su existencia.
En fin, que al libro no le falta de nada y cuenta con
un buen final, sorpresivo y sorprendente, no solo por conocer al cabeza de la
red púrpura y su pasado –alguien a quien conoceremos durante todo el libro como
‘el Padre’-, sino también por el desenlace de la historia familiar de la
inspectora Elena Blanco.
Como en ‘La novia gitana’ el libro, formado por
capítulos breves, está compuesto de cinco partes precedidas de una páginas en
cursiva que en este caso se dedican al secuestro y vida de Lucas.
Espero haberos convencido de no abandonar la trilogía
y, por supuesto, yo me pongo de inmediato con la tercera y, de momento, última
parte, ‘La nena’. No os lo penséis porque más pronto que tarde nos la
encontraremos como serie televisiva. Solo espero que cuando llegue ese momento,
Carmen Mola, su autor/a haya salido del anonimato y, sea quien sea, no deje de
escribir.
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