La traducción de libros y documentos, una tarea muy compleja
Entre los libros más traducidos de la Historia encontramos clásicos de
la literatura como Don Quijote de la Mancha, sagas contemporáneas de
éxito mundial como Harry Potter o libros de la dureza de El Diario de
Anna Frank. Sin embargo, por encima de todos ellos aparece La Biblia.
Las sagradas escrituras se pueden leer en
casi 3.000 idiomas. El conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo
que reflejan la relación entre Dios y la Humanidad no se encuentra
originalmente escrita en un solo idioma, sino que es una mezcla de varios
incluyendo lenguas casi mueras como el arameo.
El ejemplo de La Biblia indica lo realmente complejo que es
la tarea de traducir libros. No todos los idiomas responden a las mismas
estructuras ni funcionan del mismo modo. Es bien sabido que en unos idiomas
existen conceptos o palabras para describir situaciones para los que no hay
traducción literal en otras lenguas.
Si El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry,
probablemente el libro infantil más traducido del mundo, se escribió
originariamente en francés, ¿cómo traducir de manera literal y acorde a lo
que quería escribir el autor ese mismo libro en otros idiomas?
La lectura inicial
Conocidas las dificultades que supone traducir cualquier
obra literaria o documento a otro idioma, parece claro que el primer paso del
proceso de traducción debe ser leer el texto original.
En esta fase es importante buscar la terminología,
acercarse al tipo de literatura o documento a traducir y consultar con expertos
en el campo del que se trate la traducción a realizar, y a partir de ahí, leer
y estudiar bien el documento inicial.
Detectar y solventar dudas
El segundo paso es otro básico, el de identificar dudas y
frases que no se terminan de comprender, tanto en el idioma original como en el
de traducción. En empresas como Agora FS, Agencia de traducción en Barcelona, son expertos en esta tarea,
pues cuentan con traductores nativos profesionales.
Si se trata de una obra literaria es importante comprender
que el conjunto del texto no puede traducirse palabra por palabra, sino que
hay que atender al contexto global. El traductor debe prestar especial
atención a la cultura y a las normas estilísticas de la obra original, los
dialectos, las normas de texto original y el estilo del autor.
Los filósofos alemanes del siglo XIX estaban muy influenciados
por la situación política, histórica, social y económica de su país cuando
escribieron sus obras y pusieron sobre un papel todas sus teorías. Un
traductor español en pleno siglo XXI debe conocer en profundidad cuáles son
esos condicionantes que llevaban a esos autores expresar sus ideas de uno u
otro modo.
Tras resolver estas dudas es cuando hay que volver a
leer el texto original, para comprenderlo mejor y acercarse al texto y al autor,
así como descubrir nuevas dudas antes de iniciar el proceso de traducción.
Una primera traducción y un
proceso de descanso
Si hablamos de una obra literaria, y tras realizar estos
pasos previos de aproximación a la obra y el autor, es cuando hay que iniciar
el proceso de traducción. Es importante dirigir todos los sentidos en este
proceso, prestando especial interés en la terminología o expresiones que más
difícil resulte encajar en el nuevo idioma.
En esos casos, es importante tener acceso a profesionales
del sector. En España, Aneti es la asociación
de de empresas de traductores y uno de sus objetivos es dar a conocer
esta profesión y mejorar las condiciones laborales de quienes se dedican a
ello, que no siempre son tan valorados como merecen.
Una vez finalizado el proceso de traducción es
aconsejable que pase un poco el tiempo, dedicarse a otras tareas, para
desconectar de la obra. Pasado este tiempo, que tampoco debe ser muy
elevado, quizás unos días pero menos de una semana (siempre que sea posible
porque a veces los traductores tienen mucha carga de trabajo), para así
recuperar la lectura del texto pero con la mente abierta.
Este paso es recomendable para los traductores, pero
también para los escritores, los redactores de contenido e
incluso para dobladores o traductores en industrias del entretenimiento como
el cine y la televisión.
La revisión de la obra
Una fase posterior a la traducción es la del repaso o la
revisión. Nunca debemos olvidar que el objetivo con la traducción es reformular
un texto por completo para que en otro idioma diferente al original transmita o
refleje exactamente lo mismo que la obra inicial.
Con las obras literarias la dificultad es mayor, pues no
siempre es fácil mantener el sentido real de la belleza y de las imágenes
retóricas, pero con trabajo y dedicación es posible realizar trabajos de una
factura muy completa, especialmente aquellos profesionales experimentados que
cuentan con fórmulas o expresiones idiomáticas que actúan como comodines
y sacan de muchos apuros.